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Aunque el proyecto Aretxaga-Miribilla cuestiona relaciones características del arte contemporáneo, como la relación interior exterior, dentro o fuera del museo, el llamado arte relacional, la instalación como género, etc. al dormir estos cuadros murales en la calle se urbanizan se hacen urbanos. También el hecho de presentarse en el lugar donde actúa el arte urbano, en la calle, acentúa esa vinculación urbana del proyecto.
En cualquier caso, todo acaba siendo uno. El arte urbano y el arte contemporáneo tienden a fusionarse en nuestros días, siendo este uno de los rasgos propios del momento actual.
Ahora que he pintado en la calle puedo comprender el mérito de nuestros artistas urbanos, también el mérito de todos los pintores que desde hace un siglo y medio han pintado a plein air, abandonando la guarida. Pintar en la calle es mucho más exigente.